"La sola visión de estas costas es suficiente para que un hombre de tierra sueñe durante una semana con naufragios, peligros y muerte". Charles Darwin, 1834.
" El viento sopla oeste-noroeste a una velocidad de 54 nudos (27 metros por segundo). La presión atmosférica es de 763 milibares. La temperatura del aire es de cuatro grados y la del agua de apenas dos. La visibilidad es de poco más de seis millas.
Las olas cruzan el barco por la cubierta y hacen que sus tripas crujan como los goznes de una vieja puerta. Los cabos están rígidos y los mástiles vibran. En el interior del barco las cosas no están mucho mejor – Si es necesario arrodíllense para caminar, no se avergüencen – sugiere el capitán. No se puede comer : la comida se sale de los platos y hay que sostener los vasos con la mano. No se puede leer : los ojos bailan entre líneas, la cabeza y los pies se golpean rítmicamente contra los extremos de la litera y es necesario hacer fuerza con los codos para mantener la posición. Solo se puede vomitar y ver como la vida se balancea.
El Pacífico y el Atlántico, los dos océanos más grandes del planeta, chocan violentamente en un lugar solitario que se esconde en el extremo sur del continente americano. En ese siniestro paisaje las tormentas barren el buen tiempo. Las olas, del tamaño de un edificio de cinco pisos, pueden oscurecer el sol. Y los vientos, que soplan desbocados en todas direcciones, son capaces de arrancar de cuajo el mástil de un velero. Islas de hielo de cientos y miles de metros de extensión, capaces de destrozar el casco de cualquier barco, flotan amenazantes a la deriva."
Los relatos sobre la peligrosa navegación por estas regiones del planeta se pueden contar por decenas; en estas inhóspitas tierras vive una de las aves más espectaculares y hermosas : el albatros.
La mayoría de estas aves son típicas del hemisferio sur, las encontramos entre los 45º y 70º (especialmente zonas australes), aunque también se hallan más al norte, por ejemplo en las islas Galápagos en donde recordamos que prácticamente no se movían de sus nidos y los podías tocar con las manos. En el Norte del Pacífico se localizan también cuatro especies censadas entre California y Alaska, y desde Hawai al Japón. La especie austral suele realizar rutas circumpolares, aunque siempre regresa a su nido situado en peñascos, islotes y zonas deshabitadas.
A pesar de su consideración como aves legendarias, los albatros no se han librado de la presión directa o indirecta de los humanos. Cuando los polinesios y los aleutas los descubrieron, se dedicaron a su caza, hasta tal punto que llegaron a desaparecer de algunas islas (como la de Pascua). Cuando los europeos comenzaron a navegar por todo el mundo, también comenzaron a cazar al albatros, «pescándolos» desde los barcos para servir de alimento, o simplemente disparándoles por diversión o deporte. Este deporte alcanzó su cénit en las rutas de emigración con destino a Australia y sólo se detuvo cuando los barcos se hicieron demasiado rápidos para pescar desde ellos y cuando se establecieron regulaciones que prohibían la utilización de armas de fuego a bordo por motivos de seguridad. En el siglo XIX sus colonias, en particular las del Pacífico Norte, fueron esquilmadas para el comercio de plumas, llevando casi a la extinción al albatros de cola corta.
Los albatros han sido descritos como «la más legendaria de todas las aves». Un albatros es el eje central en el famoso poema Rime of the Ancient Mariner (Balada del viejo marinero), de Samuel Taylor Coleridge; un albatros cautivo también es una metáfora para el poète maudit del poema de Charles Baudelaire «El albatros».
El uso de «albatros» como una metáfora deriva del poema de Coleridge; en inglés, y, aunque en menor medida, también en español, se dice que alguien con una pesada carga o problema tiene a «un albatros alrededor del cuello», el castigo impuesto en el poema al marinero que mató al albatros. Existía un mito extendido entre los antiguos marineros de que es un ave de buen augurio y de que puede resultar desastroso matar o dañar a un albatros y era creencia popular que éstos encarnaban las almas de los marinos muertos en el mar.
La realidad, sin embargo, nos muestra que los marineros los mataban y comían con regularidad.Los maorís usaban los huesos de sus alas para grabarse tatuajes ceremoniales en la piel, y para tallar flautas.
En la actualidad son otras las amenazas sobre los albatros, como las especies introducidas por el hombre en su habitad, ratas y gatos salvajes, que los atacan directamente o a sus crías y huevos. Los albatros han evolucionado para reproducirse en islas que carecían de depredadores terrestres, por lo que no desarrollaron defensas contra ellos. Así, incluso especies tan pequeñas como los ratones pueden resultarles perjudiciales; en la isla de Gough, una de las mayores colonias de aves marinas del mundo, los polluelos del albatros de Tristán son atacados y comidos vivos por ratones domésticos introducidos en la isla.
Pero sin ninguna duda la amenaza más perniciosa sobre la especie es la basura flotante que baga a la deriva por todos los mares del planeta.
Contra toda lógica, los pollos de albatros son equivocadamente alimentados por sus padres con plásticos de estos vertederos flotantes, quienes confunden toda esta basura multicolor con restos de peces, hasta acabar matándolos involuntariamente. Esta dieta errónea provoca cada año la muerte de decenas de miles de polluelos de albatros sólo en Midway, tanto por hambre como por asfixia e incluso por efecto de la toxicidad de estos elementos y las sustancias químicas que los impregnan. Mecheros, botones, juguetes, cartuchos de impresora, cepillos,… Se calcula que un tercio de los pollos de la colonia muere al año por la ingestión de objetos o fragmentos de plástico.
Para documentar este fenómeno lo más fielmente posible, el fotógrafo Chris Jordan fotografió cientos de cadáveres de polluelos de esta especie. Ni una sola de las piezas de plástico que aparecen en las fotos fueron trasladadas, manipuladas, arregladas o modificadas de alguna manera.
No es un montaje. Las siguientes imágenes muestran el contenido real de los estómagos de las crías de albatros encontradas muertas en uno de los santuarios marinos más remotos del mundo.
Esta es una más, de las tantas consecuencias desastrosas que la presión de la antividad humana ejerce en los ecosistemas. Aún tratándose de regiones prácticamente deshabitadas, no quedan inmunes a los efectos destructivos de la sociedad enferma y egoista en que vivimos.
Recomiendo el siquiente enlace para todo aquél que quiera saber más sobre los vertederos plotantes o como yo preferiría llamar: el sexto continente.
Fuentes:Fauna polar, Albatros la crónica Verde, El viaje de las basuras, Wikipedia.
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