Laszlo Almasy ( 1895-1951)
Sahara Wonderland from zoomion on Vimeo.
Tal vez fue uno de los últimos exploradores "románticos". Los beduinos le llamaron "el Padre de las Arenas".
En 1929, El Conde Laszlo Almasy recorrió 12.000 km a través del Noreste de Africa, Libia, Egipto y Sudán en un viaje que cambió su vida. Redescubrió la antigua ruta de caravanas que conectaba Egipto con el resto de Africa, antigua ruta de esclavos en la que solo los más fuertes sobrevivían, la llamada Ruta de los Cuarenta, pues ese era el número de días que se tardaba en recorrer. Almasy se enamoró de la inmensidad del Sahara durante esa expedición. Cruzando las arenas del desierto en Libia, escuchó de los beduinos antiguas leyendas contadas en las frias noches al calor del fuego. La historia sobre el oasis perdido de Zerzura sedujo a Almasy, se decía que: "Zerzura estaba en algún lugar en el corazón del desierto, custodiado por un pájaro blanco, sólo los hombres más valientes podrían acceder al secreto lugar, que estaba repleto de oro y tesoros y en el que yacía una reina durmiente que sólo podría ser despertada con un beso".
En busca de Zerzura
Exploradores del XIX como Sir John Gardner Wilkinson o Gerhard Rohlfs mencionaron Zerzura en sus escritos, se trataba de una zona situada en medio del desierto, supuestamente entre Libia y Egipto. Los nativos, habitantes de oasis como el de Dachla en Egipto hablaban de los tres valles (wadis) perdidos de Zerzura.
La tecnología de principios del XX hacía más fácil la exploración del desierto, sin embargo, a principios de la decada de los 30, todavía el interior del desierto libio seguía sin ser cartografiado. Almasy, que dominaba seis idiomas incluyendo el árabe se ganó el favor de la corte del rey de Egipto. El Principe Kemal el Din se convirtió en su mecenas en la búsqueda de Zerzura. En 1926 Kemal el Din había realizado una expedición en la que descubrió una enorme meseta de arena y piedra llamada Gilf Kebir. Tras consultar estudios científicos, mapas, documentos históricos y escuchar a los beduinos del desierto, Almasy concluyó que Zerzura debía estar en alguna parte de la inexplorada región del Gilf Kebir, cerca del final de la ruta que partía del oasis Duchla al oasis Kufra.
La Cueva de los Nadadores
Esa zona había sido ya explorada en 1923 por el egipcio by Sir Ahmed Hassanein Bey, que descubrió pinturas rupestres sobre las rocas y que mostraban jirafas y antílopes.
Sin embargo, Almasy descubrió una cueva cuyas paredes estaban repletas de ese tipo de pinturas rupestres, jirafas, antílopes, orix... pero lo sensacional de su descubrimiento fue que pintados en la roca había figuras de hombres nadando. En medio del desierto del Sahara, a pocos kilómetros del Gran Mar de Arena, hace miles de años hubo agua. Este descubrimiento convenció a Almasy que el Sahara no siempre había sido un desierto. Las pinturas fueron una sensación científica y posiblemente el más importante de los descubrimientos de Almasy.
En los años siguientes, Almasy dirigió varias exploraciones más al desierto, especialmente la zona del Gilf Kebir, el Gran Mar de Arena y el Wadi Hauar en Sudán. Mientras, trabajó en Egipto como instructor de vuelo. En 1939, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, tuvo que marcharse de Egipto y regresó a Budapest. Como Capitán en la reserva de las Fuerzas Aéreas Hungaras fue destinado al Afrika Korps de Rommel. Realizó importantes misiones bélicas como gran conocedor del desierto que era. Al final de la guerra fue juzgado por el Tribunal del Pueblo en Budapest como criminal de guerra y resultó absuelto por falta de pruebas.
Hoy en dia, este genuino y en parte, museo al aire libre del arte rupestre que es Gilf Kebir, sufre el abandono por parte de las administraciones locales e internacionales, así como el acoso del más snob "turismo cultura" ( sólo el viaje en 4x4 de dos semanas de duración a esta árida zona tiene un valor de 10.000 $) que está convirtiendo, por ejemplo la cueva de los nadadores, en un vertedero de basuras; eso, si dejamos a un lado los bandálicos actos de algunos aburridos soldados al otro lado de la prontera con Libia, que utilizan las pinturas como tiro al blanco.
"No se pueden imaginar los daños causados", lamenta Rudolph Kuper, arqueólogo aleman que intenta preservar un arte que nació hace 5.000 ó 7.000 años y que atestimonia el pasado climatico de una región; cuando el desierto era una enorme pradera y en ella vivian los pintores de Gilf Kebir.
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ResponderEliminarMuy bueno...., un buen resumen de la vida del conde Almasy y sus aportaciones...
ResponderEliminarManu MuadDib.
Terrible denuncia: que esa maravilla patrimonial se encuentre en peligro.
ResponderEliminarGracias por su blog.