No piense.
No sienta apego, por las
cosas que crea importantes, grandes
o intrascendentes.
No tenga añoranzas del pasado.
No crea al tiempo.
Respire tranquilamente,
agárrese, y lánzese al abismo de un
sueño color melocotón.
Al despertar; su nueva vida le
espera al cruzar la calle
en el color verde del semáforo
al final de la avenida.
Después, sólo sentirá el
disparo a quemarropa del sol
en algún mar del sur.
¡No tenga miedo!
Ya nadie lo reconocerá.
Todo se reducirá a empezar
de nuevo, y vivir.
Valleduart.
Hace rato que pasaba por acá, me llevo una gran poesía, real y para mejor la cotidianidad impuesta y sobrecargada. Apuesto igual que vos a que nos dezconozcan en la manada, ellos sentirán el rechazo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Adrián, gracias por la visita y el comentario.
ResponderEliminarUn abrazo para Buenos Aires.