jueves, 25 de noviembre de 2010

Luces lejanas








Si...hay una frágil tensión
que nos mantiene vivos.

Abrazados, por el magnético viento 
en la noche.
Marcados, bajo el signo 
del olvido.

Arrodillados.


Desposeídos por un dios ausente,
esperamos, el último giro de engranaje 
del sistema que nos empuja al abismo.

Frente a mí: la carretera
que me devuelve a un horizonte nítido e irreal,
como trazado con mecánica precisión.

Lejanas luces.

Dave Graham lo sabia: "hay una frágil tensión".


Valleduart.

viernes, 19 de noviembre de 2010

El Jardín del Mundo, teatro y compromiso

Dentro de las artes escénicas, tal vez sea el teatro junto al cabaret, las expresiones interpretativas que más han abordado el tema de la denuncia social, acuñandose también para definirlo el término de teatro existencialista.
Fue Jean Paul Sartre , en la Francia de mediados del pasado siglo el creador de esta corriente inspirada en sus doctrinas filosóficas; donde es abordada la naturaleza misma del ser humano y su capacidad de raciocinio y responsabilidad moral en sus actos; dejando a un lado el  recurso al perdón de sus divinidades.

El Jardín del Mundo, es sin duda una de esas obras que podríamos encuadrar dentro de este género del teatro existencialista o de denuncia social. Toda la obra hace hincapié en los aspectos morales y éticos de la tortura; su institucionalización, que por supuesto no es algo del pasado, y como es ejercida, aún hoy día por algunos de los países más poderosos, de una forma velada, cuando no abiertamente consentida y auspiciada por intereses económicos; o amparándose "inexcusablemente" en una supuesta "seguridad mundial".

La obra se encuentra interpretada por la actriz Maite Vallecillo y los actores Francisco Blanco y Esteban G. Ballesteros; bajo la dirección de Memé Tabares. Obteniendo en la presente edición 2010 de los Premios Jara de teatro otorgados en la Comunidad Autónoma de Extremadura los reconocimientos a la mejor obra; mejor interpretación, concedido a Maite Vallecillo; mejor dirección, que fue entregado a Memé Tabares y las nominaciones a mejor actor entre las que se encontraban Francisco Blanco y Esteban G.Ballesteros.

Desde aquí de nuevo, mi felicitación a todos ellos y un saludo.

Valleduart.

martes, 9 de noviembre de 2010

Ventana a Cracovia




El paisaje corre rápido en la ventanilla del vagón: una sucesión de pequeños bosques, campos cultivados, y diminutas casas a lo lejos, en un fondo de montañas.
Un gesto y su voz me hicieron volver.
  ¿Qué escuchas?, me pregunta ella.
     Música klezmer.
  ¿Música klezmer?.
     Kroke.
Su gesto de estrañeza desaparece al recordar.
  ¡Ah!... esos violines que hechizan, me contesta reclinandose sobre la pequeña plataforma a modo de mesa que nos separa.
Le paso uno de los auriculares; Halima deja su libro, y por unos momentos compartimos el esquivo paisaje y esta música:



Valleduart.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Renacimiento, afirmación de libertad

La palabra Renacimiento se asocia inmediatamente con el descubrimiento y el resurgir de la entigüedad clásica después del Medievo. Esta fue, en efecto, durante varios siglos, su definición, que hoy parece sin embargo insuficiente e inexacta. Es cierto que en el siglo XV los florentinos creyeron haber resucitado con su arte la antigua belleza y también es verdad que el estudio de la antigüedad fue para muchos de ellos una norma absoluta e indiscutible. Pero si el Renacimiento sólo hubiese sido la recuperación e imitación de un mundo pasado no se habría convertido en ese gran movimiento que convulsionó a toda Europa. En realidad, la civilización renacentista no fue el fruto de un simple aunque ambicioso programa, sino la convergencia de múltiples elementos que llegaron a trascender incluso en quienes no eran sus intérpretes.


El renacido culto a la antigüedad no poseía el valor de una mera predilección estética, sino que procedía de la afirmación, a través de la autoridad de los antiguos, de una concepción laica de la vida. Las reglas de la perspectiva,  que sintetizaban formalmente los nuevos caminos del arte, no eran una simple aplicación de leyes ópticas, sino que traducían las necesidades de mesura y racionalismo que precisaba el hombre para hacer triunfar su orgullosa afirmación de libertad. Un impulso vital  el del Renacimiento que hoy día, parece no tener un equivalente en nuestra sociedad tecnificada.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Yo tampoco te espero





¿Problemas de conciencia?




Creo que sobran las palabras







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